jueves, 19 de marzo de 2009

Camino Libre. La caja de Pandora

La caja de Pandora

Por: Logan


Comentaba el otro día con una amiga que recién conocí en persona, un curioso fenómeno que observé cuando salí del clóset: el tercero (tu confidente) tiende a poner personas en evidencia. Por alguna razón, al menos en mi caso, mis parientes y amigos no perdieron la oportunidad de informarme qué otras personas se unieron a la fila de la comunidad LGBT antes (si no es que mucho antes) que yo.

Recuerdo la tarde en que se lo hice saber a mi hermana mayor: una vez pasado el casi siempre inevitable shock inicial, abrió los ojos como platos y soltó:
“Fulanita, desde que estábamos chicas, me contó que…”, “La prima Sultana, anduvo no sólo con una chava, sino con varias!”, “Y recuerdo que Mengana intentó besarme una vez que estábamos en el antro”, “Te acuerdas de Perengana? Bueno, pues ella y la Cuquis se besaban enfrente de todos en la disco…” Mi cara dibujó un ¡¿Qué?! interminable, porque la mayoría de ellas estaban felizmente casadas y con mínimo dos hijos cada una. Con el tiempo, claro, supe que nada de eso importaba cuando de salvar apariencias se trataba.

Algo muy similar ocurrió poco después de que se lo hice saber a mis papás. Mamá me contó del tío Fulano y de cómo todos estaban sorprendidos de que su esposa tolerara sus homo-aventuras, así como de la prima Chiquis que se había ido a vivir lejos no porque le hubieran ofrecido un mejor trabajo, sino para vivir con su mujer. Y así de éste y otro pariente. Mis cejas simplemente no podían volver a su posición normal. Todas esas revelaciones eran verdaderamente inútiles además de innecesarias, pero recuerdo haber pensado: “¡Vaya! ¡Ya decía yo que no podía ser la única en la familia!”

Varios amigos y amigas hicieron lo propio respecto a otros amigos o conocidos que teníamos en el momento en que me sinceré con ellos. Probablemente ustedes han pasado por alguna experiencia similar. De alguna manera, la situación se convierte en una caja de Pandora: haces un movimiento y muchas cosas se destapan. Así que, a las que no salen del clóset aún, prepárense para lo que venga, que sus confidentes seguro tendrán alguna cosa preparada.

Y ante todo esto me pregunto: ¿qué les impulsa a filtrar toda esa información? ¿Qué fuerza maligna los lleva a “desclosetar” personas frente a ti sólo porque tú acabas de hacer lo mismo? Mejo aún: ¿porqué creen que nos importa? ¿Para saber con qué personas podemos simpatizar? ¿Para sentir que no estamos solos en el mundo? Esto sólo funcionó conmigo de cierta manera respecto a mi familia, pero, de veras, gente: no tenemos la necesidad de que nos lo digan.

Sobre todo porque, en la mayoría de los casos, ¡ya lo sabemos!

Un saludo a todas; nos vemos en la siguiente edición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, es super omún que eso pase. A mi me parece que no está mal, es mejor que te digan algo asi a que sólo haya un incomodísmo y prolongado silencio. Pues de alguna manera, la información nueva la intentamos relacionar con la anterior, nuestras experiencias previas nos sirven pa entender el mundo no?? Malo si se queda ahí y nunca más se vuelve a hablar o cómo ves tú??

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