viernes, 8 de marzo de 2013

El día internacional de la mujer, no me feliciten.



No me felicites.
Yo no decidí nacer mujer. Es más, muchas veces no me siento mujer porque simplemente no cumplo con las formas y códigos que se les asignan a las mujeres. No aspiro a la belleza estereotípica heterosexual, a ser delicada, a ser ama de casa, a ser gentil, a sufrir el amor, a ser de esas mujeres que saben que se deben dar a respetar y mucho menos estoy buscando casarme con el amor de mi vida.
Ser mujer va asociado a una serie de demandas de género: culturales, políticas, económicas y sociales, y yo en muchos sentidos no cumplo con ellas: Soy fea, gorda, velluda por decisión y sobre todo soy lesbiana.  Pero en este país eso no importa, igual  que otras mujeres salgo a la calle y estoy expuesta a toda la violencia que se desata sobre las mujeres porque el par de chichis que tiene mi cuerpo hacen que la gente me asuma como mujer.
 El problema es que si te asumen mujer, te tratan como mujer. Y no les importa la construcción que tengas de ti misma o las normas de las que seas disidente. Y cuando les importa, es para regresarte a que seas una mujer en la concepción que tienen de ser mujer.
 Entonces, en la calle igual me gritan: ¡Mamacita! Igual que otras mujeres no puedo llegar tarde a mi casa porque me expongo. Tengo miedo a ser violada cada vez que tomo un autobús por las noches. Tengo que estar poniendo constantes límites a las personas peros sobre todo a los hombres. Igual tengo amigxs que no han respetado cuando digo NO QUIERO. Igual me han acosado. Igual he tenido que bajar al patán que se sobrepasó en el transporte colectivo. Igual para insultarme me han dicho: ¡Puta! Tal vez igual que varias, he escuchado que me digan “que debo bajar de peso para ser bonita”, “que debo ser más femenina”, “que guácala mis vellos”  Igual han dudado de mi capacidad de pensar por ser mujer. Igual me han dado la mano para descender del camión. Igual me quieren pagar la cuenta por ser mujer. Igual  han subestimado mi plática porque viene de una mujer. Igual me da miedo que un día me desaparezcan en una red de trata. Igual me da miedo que un día para tratar de callarme o de amedrentarme sea violada. O que mi mamá tenga que recibir balazos por intentar llevar a un juicio a la persona que me asesinó. Igual que muchas tengo miedo a que alguien me quiera “quitar lo lesbiana”. Igual he llorado porque a una de mis hermanas la golpearon por celos machistas. Igual he visto como mujeres a las que quiero han maltratado su cuerpo para ser el modelo de belleza que le exigen ser. Así, infinidad de veces he tenido que pasar por todas las formas de violencia que se ejerce sobre mi ser y mi cuerpo por el sólo hecho de nacer mujer, y he sentido el maltrato que han recibido las personas que amo porque nacieron mujeres.
Por eso, cuando alguien me felicita por ser mujer una inmensa rabia sale de mí. Más si ese alguien me dice: “A ti por ser delicada, por tu fortaleza y tu belleza”, ahí seguro que tengo que ir a vomitar. Me están felicitando por ser, no por hacer, sino por ser. Siento como si me felicitaran por nacer con una vulva (la cual amo) y celebren que yo tenga que vivir todas las desventajas económicas, políticas, sociales que significa tenerla. Además me felicitan porque en su mentalidad nací para cumplir con todo su estereotipo de lo que significa ser mujer. ¿En serio me van a felicitar por toda la violencia que me han atribuido por nacer mujer?
Pior tantito si escucho que alguien dice: “Pero ya es hora de que sea el día de los hombres, para que haya más igualdad” Entonces ahí sí me pongo ya más loca. Porque lo colocan en la banalidad dicotómica de hombres/mujeres. En el superfluo razonamiento de que si hay un día de la mujer, debe haber un día para el hombre. Cuando en realidad no hay un día que celebre que seas mujer.
El 8 de marzo es un día que conmemora todas esas  luchas  y acciones de las mujeres que han tenido para conseguir una vida más digna, más equitativa, más justa. Una lucha de la que todas las personas nos hemos beneficiado. Desde mi hermano que puede salir a la calle felizmente cargando a su bebé y su pañalera, hasta mi sobrinito que juega con tacitas y platitos rosas. Pero quienes más nos hemos beneficiado somos las mujeres, o las personas a quienes se nos asume como mujeres.
Yo por eso conmemoro con gratitud todas estas formas de lucha. También celebro las luchas de ahora, las de mis compañeras activistas, las de mis hermanas, las de todas las mujeres que soñamos que este panorama cambie. También no olvidó a las mujeres que han dado la vida por el sueño de una sociedad más digna. Y, por supuesto, conmemoro a quienes han perdido la vida en manos de la violencia feminicida y la violencia feminicida lesbofóbica, porque ya no quiero que esto se repita, porque no quiero que más personas que nacen con una vulva tengan que sufrir todo lo que significa para el sistema nacer con vulva.

Por eso digo: ¡Abracémonos, apapachémonos y salgamos a luchar para cambiar el sistema!

Por: Seluna.

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